Esta filosofía, también llamada «moda sostenible» es la antítesis del Fast fashion o moda industrializada. La moda lenta, es un concepto que describe lo contrario a la moda rápida y parte del "movimiento lento", que aboga por la fabricación con respecto a las personas, el medio ambiente y los animales.
El concepto aparece en 2007 y fue acuñado en Londres por Kate Fletcher, diseñadora y profesora de sostenibilidad, como contracara y en respuesta al Fast fashion. En sus comienzos este movimiento no tuvo gran repercusión e impacto, hasta que en 2013 sucedió la tragedia de Rana Plaza, en Bangladesh.
El Slow Fashion es contracultural, ya que va en contra de las normas sociales actuales de que «más es más» y «más rápido y más barato mejor».

Sus características son:
Ralentiza el ritmo de compras y consumo. Se opone a la moda producida en cantidades supra industriales. Tiene una visión a largo plazo en oposición a la vista rápida a corto plazo.
Elige productos artesanales para apoyar a las pequeñas empresas, el comercio justo y las prendas fabricadas localmente.
Fomenta el reciclado de prendas comprando ropa de segunda mano o vintage y donando las prendas que ya no se utilicen. Es sostenible y no considera los productos como desechables. Es una corriente holística que considera todo el ciclo de vida del producto.
Elige la ropa fabricada con materiales sostenibles y producidos éticamente. Analiza las conexiones entre las cosas: materias primas, medio ambiente, trabajo humano, etc.
Pretende incorporar a nuestros armarios prendas clásicas, que duren más tiempo, atemporales, que no pasen de moda.
Apoya el DIY "hazlo tú mismo". Hacer nuestras propias prendas: reparar, personalizar, alterar… para así alargar sus años de vida.
Disminuye el consumo de ropa: no comprar de forma compulsiva sino elegir prendas especiales y de máxima calidad. Se trata de calidad en lugar de cantidad: prendas que pueden durar años o incluso toda la vida.
En conclusión, su objetivo es que el consumo de ropa sea algo más que el simple gesto de pagar. Que el consumidor indague acerca de dónde proceden las prendas y sea consciente de los procesos de creación para que haya una mayor responsabilidad social y ambiental.
Marina Mateo Medrano
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